
La hepatitis canina y felina es una enfermedad que no guarda ninguna relación con la hepatitis humana y que se define como cualquier infiltración de células inflamatorias dentro del parénquima hepático.
La hepatitis infecciosa canina es una enfermedad infecciosa, actualmente menos frecuente gracias a la eficacia de las vacunas, aunque sí se dan casos, sobre todo en cachorros que no han sido vacunados. Cualquier perro puede contraer hepatitis infecciosa, aunque hay razas que tienen más riesgo de sufrirla, como el Bedlington Terrier, el Labrador Retriever, el Cocker Spaniel, el Doberman Pinscher, el Skye Terriery, el Caniche estándar.
La hepatitis en gatos no es tan frecuente como en perros, pero en felinos también es importante acudir al veterinario antes de que se produzcan complicaciones y que se pueda ver afectada su salud.
¿Qué es la hepatítis? ¿Qué puede desencadenar la enfermedad? ¿Cuáles son las causas del contagio en caso de hepatitis infecciosa? ¿Qué síntomas presenta? ¿Tiene cura? ¿Es contagiosa? En este artículo, desde SURvet, además de resolver estas dudas, explicaremos más sobre esta enfermedad, cómo combatirla, cómo afrontarla y cómo prevenirla.
Contenidos
- 1 ¿Qué es la hepatitis? Tipo de hepatitis en perros y gatos
- 2 ¿Cuáles son las causas de que un perro o un gato tenga hepatitis?
- 3 ¿Cómo sé si mi perro o gato tiene hepatitis? Síntomas de la enfermedad
- 4 ¿Qué pruebas es necesario hacer a mi perro o gato para saber si tiene hepatitis?
- 5 ¿La hepatitis en perros y gatos se puede curar? Tratamiento
- 6 Cómo prevenir la hepatitis canina y felina
¿Qué es la hepatitis? Tipo de hepatitis en perros y gatos
El significado literal de hepatitis es la inflamación del hígado. Esta hinchazón puede ser producida por un virus, tóxicos o trastornos autoinmunes. La hepatitis, tanto en perros como en gatos, puede ser grave si no se diagnostica y se trata a tiempo. Es fundamental realizar controles veterinarios periódicos, garantizar una dieta equilibrada y evitar la exposición a toxinas. Ante cualquier síntoma de enfermedad hepática (ictericia, vómitos, letargo), consulte inmediatamente con un veterinario, que determinará, después de realizar las pruebas diagnósticas necesarias, cuál es el origen de esta alteración hepática.
La hepatitits compromete al correcto funcionamiento del hígado de nuestra mascota. La función óptima de este órgano es vital, puesto que realiza funciones importantes como almacenar minerales y vitaminas o la eliminación de sustancias tóxicas de la sangre.
En ocasiones, se pueden identificar agentes causantes dentro de las muestras de biopsia. Sin embargo, la causa sigue siendo desconocida en muchos casos de hepatitis y colangiohepatitis en perros y gatos.
Factores de riesgo, como el envejecimiento o incluso la genética de nuestro perro o gato, contribuyen a que sea relativamente fácil que el hígado pueda sufrir daños al enfrentarse a diario a estas sustancias, siendo la hepatitis uno de los más graves.
¿Cuáles son las causas de que un perro o un gato tenga hepatitis?
Las causas por las que un perro o gato tiene hepatitis, se pueden dividir en:
- Causas idiopáticas.
- Causas víricas.
- Causas bacterianas.
- Fármacos y toxinas.
Causas idiopáticas
Complejo de colangitis felina
El complejo de Colangitis felina es uno de los trastornos hepato-biliares más comunes en gatos. Este síndrome se ha reportado en perros, pero es principalmente una enfermedad felina. Se divide en dos categorías principales:
- Colangitis Neutrofílica. La colangiohepatitis aguda o colangitis supurativa-colangohepatitis es causada por infecciones bacterianas ascendentes desde el intestino a través del conducto biliar. Se caracteriza por una inflamación aguda de los conductos biliares intrahepáticos, a menudo acompañada de pus, que afecta tanto al hígado como a los conductos biliares.
Su pronóstico es generalmente bueno, si se trata rápidamente. - Colangitis Linfocítica. Es una forma crónica de enfermedad que a menudo se considera una enfermedad inmune-mediada, sin una causa bacteriana clara. La inflamación se caracteriza por la infiltración predominante de linfocitos, con afectación crónica del conducto biliar. Se caracteriza histológicamente por un infiltrado inflamatorio mixto (generalmente linfocitos pequeños, o linfocitos y células plasmáticas) dentro de las áreas portales y se asocia con varios grados de fibrosis e hiperplasia de los conductos biliares.
El promóstico puede ser más reservado, puesto que la condición tiende a ser crónica y puede requerir tratamiento de por vida.
Hepatitis crónica canina
Se trata de una enfermedad necroinflamatoria progresiva del hígado, de origen desconocido, común en perros.
Se cree que tiene una base inmune, pero no está claro si es una respuesta primaria o secundaria. Debido a su naturaleza crónica y la gran capacidad de reserva del hígado, a menudo no se detecta hasta que aparece un fallo hepático grave y fulminante. Sin embargo, gracias a los análisis bioquímicos rutinarios, cada vez se diagnostican más casos en estadios iniciales asintomáticos.
Puede afectar a animales de cualquier edad y sexo, aunque es más frecuente en perras de mediana edad y en algunas razas con predisposición genética. No existen pruebas diagnósticas específicas, y el diagnóstico final requiere una biopsia hepática. Cuando se desarrolla fallo hepático o cirrosis, el pronóstico es desfavorable.
Sin embargo, una vez se desarrolla el fallo hepático y/o la cirrosis, el pronóstico es malo.
Hepatitis reactiva no específica
Se trata de un diagnóstico histológico que describe la respuesta del hígado a una variedad de procesos patológicos extrahepáticos. La lesión se caracteriza por infiltrados inflamatorios generalizados (habitualmente linfocitos y células plasmáticas) en las áreas portales y el parénquima, en ausencia de necrosis hepatocelular. La identificación de esta lesión debería alertar al clínico de que es poco probable que el problema sea específico del hígado y que es necesaria una investigación más profunda del proceso patológico subyacente.
Causas víricas
La hepatitis vírica es poco común en perros y gatos. La mayoría de las infecciones víricas tienen un mal pronóstico. La terapia específica no está disponible o no se ha evaluado. Por tanto, la terapia sintomática y la atención de apoyo son las principales opciones terapéuticas.
Hepatitis canina infecciosa
La hepatitis canina infecciosa, causada por el adenovirus canino tipo I, es ahora rara gracias a las vacunas del adenovirus tipo II. Afecta principalmente a perros jóvenes no vacunados. La gravedad depende de la respuesta inmunitaria: una respuesta débil puede ser fatal, mientras que una adecuada permite su recuperación o puede conducir a hepatitis crónica. En algunos casos, después de superar la enfermedad, pueden aparecer edema corneal y uveítis anterior.
El diagnóstico se realiza identificando cuerpos de inclusión característicos en el hígado durante la primera semana de infección y observando lesiones hepáticas específicas.
Peritonitis infecciosa felina
La Peritonitis infecciosa felina (PIF), causada por el coronavirus entérico felino, puede afectar a cualquier órgano, incluido el hígado. Los gatos con afectación hepática suelen tener ALT y AST elevadas y desarrollar hiperbilirrubinemia con el tiempo. Las lesiones incluyen necrosis multifocal en torno a vasos sanguíneos e infiltraciones de neutrófilos y macrófagos, con posibles lesiones piogranulomatosas en la cápsula hepática.
La inmunohistoquímica puede confirmar el virus en biopsias. Sin tratamiento antiviral, la enfermedad hepática es fatal. Si no existe tratamiento definitivo, la atención de apoyo es la única opción.
Causas bacterianas
Leptospirosis
La leptospirosis, causada por varios serotipos de Leptospira interroganos, afecta a menudo a los riñones de los perros, pero puede causar problemas hepáticos en un 20-35% de los casos. Los síntomas incluyen fiebre, uveítis, hemorragias pulmonares y hepatitis aguda o crónica. Los serotipos L. icterohaemorrhagiae y L. pomona tienen mayor riesgo de afectación hepática, y aunque los gatos son resistentes, pueden sufrir lesiones hepáticas en infecciones experimentales.
Los perros con afectación hepática muestran enzimas hepáticas elevadas (ALT, AST, ALP), hiperbilirrubinemia y, en casos graves, fallo hepático. El diagnóstico se basa en la sospecha clínica y pruebas serológicas pero los anticuerpos pueden ser negativos al inicio. Si hay sospecha con títulos negativos, es necesario repetir las pruebas y empezar tratamiento inmediatamente.
El pronóstico suele ser bueno, pero los pacientes a menudo requieren atención de soporte intensiva, incluyendo hemodiálisis en animales con insuficiencia renal oligurica o anúrica. La afectación pulmonar empeora el pronóstico.
Bartonellosis
Las especies de Bartonella, transmitidas por artrópodos, pueden causar enfermedad hepática en perros, especialmente Bartonella henselae y Bartonella clarridgeiae. Los síntomas son similares a los de otras hepatitis, pero el tejido hepático puede mostrar peliosis hepatis y hepatitis granulomatosa, también observadas en humanos infectados.
El diagnóstico se realiza mediante PCR para identificar ADN de Bartonella en biopsias hepáticas, puesto que las pruebas serológicas solo detectan exposición. La hepatitis granulomatosa puede tener otras causas, como infecciones fúngicas o micobacterianas, dirofilariosis, linfoma, histiocitosis o linfangiectasia intestinal.
Septicemia
Una causa común de hepatitis en perros y gatos gravemente enfermos es la diseminación de bacterias en el hígado, ya sea por bacteriemia o por translocación desde el tracto gastrointestinal. Las bacterias aeróbicas más comunes incluyen Staphylococcus spp., Streptococcus spp. y organismos gramnegativos entéricos, mientras que los anaerobios más frecuentes son Bacteroides spp., Clostridium spp. y Fusobacterium spp..
Se sospecha hepatitis inducida por septicemia en animales gravemente enfermos que desarrollan signos de hepatopatía durante la hospitalización, especialmente si tienen infecciones bacterianas o enfermedades gastrointestinales graves. El tratamiento con antibióticos de amplio espectro y cuidados de soporte intensivos es esencial para mejorar el pronóstico.
Fármacos y toxinas
El hígado es especialmente vulnerable a los daños tóxicos al recibir sangre de la circulación portal. Los daños pueden variar desde ningún cambio visible hasta inflamación, fibrosis o colestasis, y varias sustancias pueden causar hepatotoxicidad.
Debido a la naturaleza variable e inespecífica de los cambios histológicos, el diagnóstico de hepatotoxicidad a menudo se hace en base a la sospecha clínica (alteraciones bioquímicas, como incrementos marcados en la actividad de las enzimas hepáticas) con o sin una historia de exposición conocida. El tratamiento implica eliminar al agente causante y proporcionar atención de apoyo agresiva.
El tratamiento de la hepatitis en perros y gatos causada por fármacos o toxinas incluye varios enfoques, según la gravedad de la enfermedad y la causa subyacentes. Los pasos generales son:
- Eliminar la causa subyacente: si la hepatitis es causada por un fármaco o una toxina, es esencial identificar y eliminar al agente causante tan pronto como sea posible. Esto puede incluir suspender el fármaco o el agente tóxico que ha causado el daño hepático.
- Atención de soporte: los animales afectados pueden necesitar tratamiento de soporte, incluyendo hidratación intravenosa para combatir la deshidratación, y control del equilibrio electrolítico y ácido-base. En caso de fallo hepático grave, pueden ser necesarias transfusiones sanguíneas u otros procedimientos médicos para estabilizar al paciente.
- Medicamentos para reducir la inflamación y promover la reparación hepática.
- Control de la infección secundaria: si se producen infecciones secundarias como consecuencia del daño hepático, pueden prescribirse antibióticos u otros medicamentos para combatir la infección.
- Dieta especial: los animales con hepatitis pueden necesitar una dieta especial de soporte hepático, que incluye proteínas de fácil digestión y baja carga tóxica para el hígado, así como vitaminas y minerales para ayudar a la recuperación.
- Monitorización y seguimiento: es importante seguir de cerca la función hepática mediante análisis de sangre y ajustes del tratamiento según sea necesario. El tratamiento de la hepatitis causada por fármacos o toxinas es a menudo de largo plazo, y el seguimiento regular permite detectar cualquier complicación o mejora en el estado del animal.
Cada caso es único, por tanto, es esencial que un veterinario realice un diagnóstico completo y recomiende el mejor plan de tratamiento.
¿Cómo sé si mi perro o gato tiene hepatitis? Síntomas de la enfermedad
Si nuestro perro o gato presenta vómitos, andar inestable, manifiesta apatía, hay presencia de sangre en la orina, dolor abdominal, ictericia en la lengua o en las encías -exceso de bilirrubina en el cuerpo-… estos son signos clínicos que podrían estar relacionados con problemas hepáticos y una señal que puede estar contagiada.
Otros síntomas de que tu perro o gato pueda tener hepatitis son:
- Letargo y somnolencia: nuestra mascota se cansa rápido o duerme más de lo habitual. Pueden dormir 12-16 horas al día si están sanos. Si nota que duerme más, observe su comportamiento y así se detectarían otros síntomas que indiquen que sufre hepatitis.
- Problemas al andar: pérdida de equilibrio o deambular inestable también son síntomas de esta enfermedad.
- Ictericia: es otro síntoma de la hepatitis, entre otros problemas hepáticos. La mascota sufre ictericia si tiene la piel o las mucosas de color amarillento.
- Convulsiones: no debemos dejarnos llevar por la situación cuando nuestra mascota sufre convulsiones y sí acudir inmediatamente al veterinario.
- Falta de apetito: no es un buen síntoma que pierda el apetito. Quizá sea una desgana puntual, pero si también tiene otros síntomas, es mejor que lo hable con un veterinario.
- Cambios de conducta y ánimo bajo: se debe al malestar y al dolor que está sufriendo. La apatía y los cambios de humor están relacionados con esta patología. También podemos notar que no está tan animado como siempre.
¿La hepatitis en perros y gatos es contagiosa?
La Hepatitis en perros y gatos no es una zoonosis, es decir que no se contagia a las personas, solo a otro perro o gato, pero es altamente contagiosa y a veces mortal entre mascotas -como hemos comentado anteriormente- si no se diagnostica y trata a tiempo. Un cachorro puede morir en pocas horas si contrae ese virus y, si se encuentra rodeado de más perros o gatos, la posibilidad de contagio es muy alta.
La hepatitis vírica canina y felina afecta al tejido linfático que envuelve la cabeza y seguidamente pasa a los órganos, siendo el hígado de los más afectados. Por lo que cuando un perro o gato termina infectado, la posibilidad de defunción es bastante elevada, a pesar de estar en tratamiento.
Además, el perro o gato infectado, debe permanecer aislado de otras mascotas, y será necesario adoptar medidas de higiene (ya que el virus puede permanecer en el ambiente durante meses y resistir muchos desinfectantes), aplicar soluciones de higiene como a cambio de ropa de cama, desinfección de comederos, correas, juguetes… y realizar una limpieza profunda, usando los productos adecuados, de la zona de la casa donde se encuentre el animal enfermo.
¿Qué pruebas es necesario hacer a mi perro o gato para saber si tiene hepatitis?
El diagnóstico veterinario de la hepatitis canina y felina se basa en su historia clínica, el examen físico y en las pruebas complementarias, tales como Pruebas de laboratorio y Pruebas de imagen:
- Análisis de sangre (Hemograma, Perfil bioquímico, análisis de Ácidos biliares y amoníaco).
- Análisis de orina (Puede mostrar bilirrubina elevada o alteraciones en la concentración urinaria asociadas con problemas hepáticos).
- Ecografía abdominal (Nos permitirá observar el tamaño, forma y alteraciones estructurales del hígado, así como la presencia de masas o acumulaciones de líquido).
- Radiografías (Nos ayudarán a detectar cambios en el tamaño del hígado o posibles masas).
- Biopsia hepática o Citología.
- Otras pruebas complementarias, como Pruebas para tóxicos o Pruebas para enfermedades sistémicas.
La realización de estas pruebas diagnósticas las determinará el profesional veterinario, teniendo en cuenta su historial clínico, la edad y características de cada perro o gato.
¿La hepatitis en perros y gatos se puede curar? Tratamiento
Se trata de una enfermedad grave y es primordial que sea detectada, diagnosticada y tratada lo antes posible. Sin embargo, existe un riesgo alto de un desenlace fatal.
El tratamiento depende del tipo de hepatitis que se haya diagnosticado, la gravedad y la evolución de la enfermedad y será el profesional veterinario quien determine qué pasos dar.
Administración de fluidoterapia, medicamentos adecuados según el tipo de hepatitis, suplementos nutricionales y dieta especial, proporcionándole alimentos buenos para el hígado con una dieta baja en proteínas, grasa y sodio, son algunas de las medidas que pautará el especialista.
¿Cuándo puede vivir un perro o un gato con hepatitis o daños hepáticos?
La causa que provoca la inflamación del hígado lleva a la muerte de las células hepáticas, pérdida de función y eventual error hepático. Sin embargo, el hígado tiene la capacidad de regenerarse después del daño causado, pero si éste es excesivo, la regeneración será difícil. Enfermedades como la hepatitis pueden provocar insuficiencia hepática cuando más del 70% del hígado se estropea.
Debido a esta posible regeneración del hígado, muchas enfermedades hepáticas caninas y felinas tienen un buen pronóstico. Pero si nuestra mascota ya ha desarrollado una cirrosis o tumores irreversibles, las probabilidades de curación empeoran.
El tiempo de pronóstico de vida dependerá de las condiciones de cada animal, teniendo en cuenta que los cachorros, seniors y mascotas que sufran otras enfermedades, son más vulnerables ante cualquier complicación en su salud. En otros casos, con el tratamiento adecuado y con las revisiones veterinarias marcadas por el profesional, la hepatitis se presentaría como enfermedad crónica.
Cómo prevenir la hepatitis canina y felina
La prevención mediante la vacunación es básica para que la enfermedad no se expanda, sobre todo cuando conviven varias mascotas.
Otras pautas preventivas son:
- Evitar el contacto con mascotas enfermas o con fuentes de infección.
- Mantener al día la cartilla de vacunación y desparasitaciones.
- Mantenerse fuera de su alcance productos tóxicos tales como productos de limpieza, abonos, plantas, medicamentos y alimentos.
- Mantener una alimentación equilibrada, no olvidando facilitarle agua fresca de forma continuada.
Hay que tener en cuenta que el patógeno -microorganismo que origina y desarrolla la enfermedad- es resistente a muchos desinfectantes y puede perdurar intacto en el entorno durante semanas o meses.
Con un diagnóstico veterinario a tiempo, y la pauta de un tratamiento adecuado, nuestra mascota tendrá más posibilidades de mejora frente a esta grave enfermedad, por lo que acudir al veterinario lo antes posible es imprescindible para prevenir consecuencias graves.
Si reconoce en su perro o gato síntomas que puede sufrir hepatitis, en SURvet ponemos a su disposición atención veterinaria 24 horas, gracias a un equipo que le atenderá todos los días del año en horarios de urgencia. Puede contactar con nuestro centro a través del teléfono +34 934 594 500.
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